El día amaneció lluvioso, pero no importaba, teníamos una ciudad por ver. Aprovechamos el bufet libre del desyuno para cargar bien las baterías conscientes de lo que nos iba a tocar andar.
De día, Copenhague es otra, así que teníamos que aprovechar las pocas horas de luz de las que disponíamos. Muestra de ello es esta foto de la plaza del ayuntamiento. (A ver quien encuentra a Sandra)
Volvimos a bajar por Strøget y aprovechamos para sacar algunas fotos más.
Pronto llegamos otra vez a la plaza Kongens Nytorv, y justo de la plaza sale el canal de Nytorv, el famoso y emblemático canal de las casitas de colores. Habíamos estado la noche de antes justo al lado y nonos habíamos dado cuenta. Aunque claro, mejor verlo de día.
Continuamos andando y nos encontramos con el moderno edificio de la opera, que estaba al otro lado del canal principal.
Pronto llegamos a la plaza de Amalienborg, lugar donde se encuentra el Palacio de Amalienborg,
y donde eventualmente se puede ver el cambio de guardia.
Una vez cruzamos la plaza nos topamos con la iglesia de mármol, que estaba en proceso de restauración
Cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos cruzado la ciudad practicamente y habíamos llegado al parque Churchill, un parque que visto desde las alturas tiene forma de estrella. Parece mentira que esté en el "centro" de una ciudad.
Ahora había que volver hacia el centro de la ciudad. Volvimos a través del barrio latino, donde aprovechamos para sentarnos en una cafetería a descansar y a tomar un café.
Tras el descanso buscamos un sitio en el que comer. Al final, para continuar la dieta saludable, nos decantamos por un bufet libre de pizza...¡y ensalada! ¡Mi organismo no se lo podía creer! ¡Ensalada!
Una vez terminamos de comer y sin perder tiempo, nos encaminamos hacia la ciudad libre de Christania, ubicada en el barrio Christianshavn. De camino le sacamos unas fotos al espectacular "Diamante Negro" y del Tívoli.
Muy cerca de Christiania hay una iglesia, en la que hay que pagar 25DKK para subir a su concurrido campanario, y es que desde la punta hay una de las vistas mas espectaculares de la ciudad. He de decir que nos costó lo nuestro subir despues de todo un día andando, y ademas que las escaleras no son precisamente fáciles de subir. Son de madera y muy estrechas, y si hay alguien bajando tienes que esperar para subir, así que si te encuentras a alguien en la mitad...¡tienes un problema! Parecía que estábamos subiendo a un gallinero. Arriba hacía un viento de mil demonios, Sandra estaba acojonadita, agarrada a la pared, ¡pero las vistas eran impresionantes!
Tras el sobreesfuerzo de la torre por fin llegamos a Christiania, barrio muy famoso y turístico de Copenhague por ser una comunidad independiente. Nos hicimos la típica foto en el cartel, en el cual detrás puedes leer "You're now entering the EU " (Ahora está entrando en la UE), y es que sus habitantes no se consideran Europeos.
La verdad es que el barrio "choca", choca por su ambiente, con gente viviendo en edificios hechos polvo, pintadas, gente calentandose en toneles ardiendo. Sus calles son en su mayoría de tierra, y en ellas te puedes encontrar el mercadillo hippie y puestos que venden droga al peso, como el que va a comprar aceitunas en el mercadillo. Y es que en Christiania la droga es legal. Cuando digo droga me refiero a marihuana y hachís.
¡Por cierto, dentro de Chrstiania no se pueden hacer fotos!
Tras el paseo por Christiania y todavía asombrados por lo que habíamos visto, nos volvímos al hotel a descansar, pero no sin antes pasar por Strøget a pillar un gofre (para continuar la dieta saludable), hacer una foto el puesto de churros e ir al baño del Burger King
Por cierto, ¡vaya vistas a la plaza del ayuntamiento desde el baño del Burger King!
Ya no volvímos a salir hasta la hora de cenar. Pocas cosas nos quedaban que comer dentro de nuestra dieta saludable, y esas cosas tenían nombre, kebap y crepe con Nutella. Eso fue lo que cenamos. Después de cenar dimos un paseo por Stroget y nos fuimos a dormir. ¡Nos lo merecíamos!
Al día siguiente venía la peor parte: la despedida. Sandra volvía a España después de tres semanas en tierras danesas. En el aeropuerto, para matar el hambre y continuar con la dieta saludable, me comí un perrito caliente o hot dog. A las 13:40 me despedía de Sandra en la estación de tren del aeropuerto y cogí el tren de vuelta a Horsens. ¡Cómo la iba a echar de menos!
Y este es el final de la historia que tanto me ha costado escribir. Y todavía tengo pendiente el International Day...
